La fotógrafa madrileña Esther Lobo se inspiró en el test de
Rorschach para realizar su trabajo, en sus imágenes busca establecer un
paralelismo, e intenta narrar historias por medio de pliegues, texturas y
colores usando manchas producidas por distintos alimentos.
El test de Rorschach es una técnica creada por Hermann Rorschach
(1884-1922). Ésta se utiliza, principalmente, para evaluar la personalidad.
Consiste en una serie de 10 láminas que presentan manchas de tinta, las cuales
se caracterizan por su ambigüedad y falta de estructuración. Las imágenes tienen
una simetría bilateral que proviene de la forma en que originalmente se
construyeron: doblando una hoja de papel por la mitad, con una mancha de tinta
en medio.
Al volver a desplegarlas, H. Rorschach fue encontrando preceptos
muy sugerentes que daban lugar, por su carácter no figurativo, a múltiples
respuestas. El psicólogo pide al sujeto que diga qué podrían ser las imágenes
que ve en las manchas, como cuando uno identifica figuras en las nubes o en las
brasas. A partir de sus respuestas, el especialista puede establecer o
contrastar hipótesis acerca del funcionamiento psíquico de la persona examinada.
Lobo dice buscar “el impacto visual que produce
mezclar algo tan estético como son los Test de Rorschach con algo tan poco
relacionado con los mismos, como es la comida”.
Cada fotografía es una
creación única que experimenta con las salpicaduras de condimentos,
yogur, pudin y otros productos comestibles, cuyos envases aparecen colocados
sobre cada mancha.
La fotógrafa sólo se inspiró en las láminas que se aplican
durante el test, pues sus fotografías no funcionan como diagnóstico pues
siempre piensa en la composición final, tratando de equilibrar la imagen que
presentará.
El test de Rorschach
se utiliza principalmente para evaluar la personalidad, quizá algún día se
puedan utilizar las fotografías de Esther para evaluar el nivel de hambre que
tienes.
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